En el mundo contemporáneo, la gente pasa la mayor parte del tiempo en edificios trabajando, estudiando, realizando tareas domésticas o simplemente descansando. Aunque nos hayamos acostumbrado a estos entornos, cada vez más personas anhelan reconectar con la naturaleza.
Es en este contexto que surge una tendencia: la arquitectura biofílica. A lo largo del artículo, explicaremos qué es, cuáles son sus principios y qué ventajas ofrece. Además, examinaremos las prácticas asociadas a esta corriente y cómo pueden transformar nuestros hábitats para mejorar nuestra calidad de vida.
La arquitectura biofílica es una corriente de diseño que busca establecer una relación significativa entre los ocupantes de los edificios y aspectos de la naturaleza, partiendo de la premisa de que esta relación es una necesidad y un deseo universal.
Más que un sistema rígido y preestablecido, este enfoque es una estrategia o una guía que los arquitectos y diseñadores pueden seguir para crear espacios más acogedores y optimizados, con el objetivo de promover la salud y el confort de las personas que los utilizan.
Es importante, eso sí, entender que el diseño biofílico es algo integral y que no se consigue con factores aislados. Así como en los ecosistemas cada cuerpo forma parte de un sistema mayor con el cual interactúa, en el diseño biofílico se establece la necesidad de que los elementos naturales incorporados estén relacionados entre sí y con el entorno.
Por ejemplo, la utilización de una planta en un espacio completamente artificial no se puede considerar diseño biofílico porque el contacto de las personas con la naturaleza sería efímero u ocasional.
Antes de profundizar más en la aplicación del concepto de biofilia en arquitectura, es fundamental establecer su significado. La palabra se origina de la combinación de dos términos: «bio», un prefijo que proviene del griego «bios» y se relaciona con la vida, y «filia», una raíz también de origen griego que expresa un sentimiento de amor o afinidad hacia algo.
Por lo tanto, se puede describir la biofilia como el amor o la afinidad hacia los seres vivos y, de manera más amplia, hacia la naturaleza. Sin embargo, esta definición no abarca la comprensión de la biofilia como una hipótesis científica sobre la conducta humana y su relación con el resto de los organismos.
Según Edward O. Wilson, renombrado biólogo y conservacionista, las personas tienen una tendencia innata a centrarse en la vida y los procesos que se asemejan a ella (Biophilia, 1984). En otras palabras, él planteó la idea de que los seres humanos tienen un anhelo instintivo de acercarse a la naturaleza e interactuar con ella.
La satisfacción de ese deseo, por consiguiente, generaría bienestar, paz y tranquilidad en las personas.
El diseño biofílico requiere adherirse a una serie de principios para ofrecer una «experiencia natural» a los habitantes y usuarios de los edificios, según Stephen R. Kellert (1943-2016), destacado investigador estadounidense y Profesor Emérito en la Universidad de Yale.
Según el académico, estos principios son los siguientes:
En síntesis, la arquitectura biofílica requiere repensar cómo se incorpora la naturaleza en el diseño de inmuebles, en lugar de verla como “un obstáculo a superar” o como un factor “trivial e irrelevante”, según apuntó Kellert.
La implementación del diseño biofílico genera, según decenas de estudios y publicaciones científicas a nivel internacional, una serie de beneficios psicológicos y fisiológicos.
Entre los hallazgos más importantes reportados en múltiples investigaciones, se encuentran los siguientes beneficios:
Además de comprender los fundamentos teóricos de la arquitectura biofílica, es importante traducir este conocimiento en enfoques prácticos que faciliten su implementación.
Kellert señaló tres patrones de diseño que tienen en cuenta la biofilia: la experiencia directa de la naturaleza, la experiencia indirecta de la naturaleza y la experiencia del espacio. A continuación, explicaremos cada una de ellas en detalle.
Los contactos directos con el entorno natural son altamente efectivos para estimular respuestas positivas en las personas. Es posible lograr estos efectos deseados a través de elementos como la luz natural, el agua, las plantas, los animales y los paisajes.
La luz natural no solo es fundamental para la salud de las personas, sino que también contribuye a crear ambientes estéticamente agradables con colores y tonalidades que no se pueden replicar con iluminación artificial. Lograr este efecto puede ser tan simple como integrar tragaluces o ventanas amplias en las habitaciones.
El agua, por otro lado, es esencial para la vida y su presencia en un edificio puede aliviar el estrés y generar una sensación de placer. Incorporar pequeños cuerpos de agua puede lograrse fácilmente mediante el uso de fuentes, estanques o incluso paredes de agua.
Las experiencias indirectas de la naturaleza se consiguen, como su nombre lo sugiere, a través de la representación simbólica de la naturaleza.
Esta representación puede darse de múltiples formas: imágenes en cuadros, fotografías, murales y esculturas; la utilización de materiales naturales en la construcción (madera, piedra, etc.); y el uso de colores y formas en los muebles y en las decoraciones (hojas, conchas marinas, motivos animales, etc.).
La intención es que la persona evoque frecuentemente el entorno natural aunque no lo perciba, pero para que esto sea efectivo, es importante que estas representaciones sean armoniosas entre sí y con el espacio, de tal forma que el conjunto sea agradable y coherente.
La experiencia del espacio se refiere a cómo el entorno se organiza para adaptarse a las necesidades y preferencias de las personas. En otras palabras, se centra en cómo la planificación del espacio influye en las conductas y emociones de los usuarios.
Ahora bien, ¿cómo se pueden organizar espacios adaptados al diseño biofílico? Aquí se presentan algunos aspectos clave a tener en cuenta:
Esos son solo algunos ejemplos, pero existen otros aspectos y atributos que se pueden considerar en el diseño biofílico.
La madera se destaca como un material natural por excelencia, sobre todo cuando se trata de madera maciza, obtenida directamente del tronco del árbol.
Gracias a su amplia gama de colores, texturas y fragancias, así como por su excelente capacidad de aislamiento térmico, la madera se convierte en un material idóneo para desarrollar proyectos constructivos basados en el diseño biofílico.
En España, existen estudios de arquitectura que aplican expresamente los principios biofílicos. Un ejemplo de ello es la empresa MRM Arquitectos, que ha llevado a cabo la construcción de la estación de servicios de A Ramallosa, en A Coruña. Este proyecto se desarrolló en un entorno con una vegetación abundante, y se empleó madera tanto en la estructura como en la fachada, lo que le ha valido numerosos premios y reconocimientos.
La versatilidad de la madera en la construcción es sobresaliente, ya que puede ser utilizada en múltiples formas y aplicaciones: revestimientos exteriores, mobiliario, terrazas y pérgolas, etc.
En resumen, la madera no solo es un material agradecido a la hora de trabajar con él, sino que también genera un sentimiento placentero por su clara conexión con la naturaleza.
En Savia somos especialistas en la creación de soluciones de madera que satisfacen una amplia gama de necesidades. Ya sea revestimientos exteriores, pisos, mobiliario de exterior, elementos de jardín u objetos decorativos, ofrecemos productos adaptados a tus requisitos.
La madera es una opción fascinante cuando se trata de diseñar una propiedad basada en los principios de la biofilia. Por ello, te animamos a que te pongas en contacto con nosotros para recibir asesoramiento personalizado. Envíanos un correo a holasavia@savia.gal o accede a nuestra sección de contacto en nuestra página web.
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