La madera es un elemento tan ubicuo en nuestra vida que a menudo la damos por sentada e incluso la hemos incorporado en nuestros refranes más comunes: «echar leña al fuego», «estar como un roble», «madera de líder», «ver la viga en el ojo ajeno», «de tal palo, tal astilla», «dormir como un tronco» y el siempre popular «tocar madera».
La madera trasciende su mera condición de material natural; su existencia y nuestra relación con ella han moldeado la evolución humana y el desarrollo de nuestra civilización.
Desde el trabajo hasta la alimentación, pasando por el entretenimiento y el descanso, no hay aspecto de nuestra vida que no incluya de alguna manera la presencia de la madera, ya sea como medio, causa o consecuencia.
La omnipresencia de la madera nos lleva, como mencionamos, a darla por sentada y ni siquiera notarla, similar al aire que respiramos.
Por lo tanto, este artículo pretende ser una síntesis de todo lo importante que debes saber sobre la madera, abordando preguntas como qué es la madera, cuáles son sus partes, qué tipos existen, cómo se produce y se procesa, y cuáles son los productos más relevantes derivados de ella.
La madera es un tejido robusto y fibroso que constituye la mayor parte de los tallos, ramas y raíces de los vegetales leñosos. Se encuentra ubicado debajo de la corteza y desempeña un papel crucial en la funcionalidad y estructura de las plantas.
Actúa como conductor de nutrientes, formando parte del sistema de transporte de agua y minerales desde las raíces hasta el resto de la planta, mientras que también sirve como depósito de alimentos generados por la fotosíntesis y proporciona un soporte mecánico fundamental.
Para definir el concepto de madera desde un punto de vista técnico, podemos recurrir a la definición del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco). Según este organismo “la madera es el conjunto de tejidos del xilema que forman el tronco, las raíces y las ramas de los vegetales leñosos, excluida la corteza”. Son vegetales leñosos aquellos que cumplen las siguientes condiciones:
A pesar de la gran variedad de especies vegetales que existen, solo un pequeño porcentaje, entre 3.000 y 4.000 de ellas, producen madera adecuada para su uso como material, según la Enciclopedia Británica.
La madera varía mucho en sus propiedades físicas y estéticas, ofreciendo una amplia gama de colores, texturas y patrones de veta que la hacen versátil y adaptable a diferentes aplicaciones.
La madera es uno de los materiales naturales más abundantes y versátiles, aplicable en ámbitos muy diferentes que van desde la construcción hasta la fabricación de muebles, barcos y objetos decorativos. Su diversidad y utilidad la convierten en un recurso muy valorado en nuestra sociedad.
De acuerdo con el Diccionario Etimológico Castellano en línea, el vocablo “madera” tiene su origen en el latín «materia», compuesta por «mater» (madre) y el sufijo «-ia», que denota cualidad. En su contexto original, «materia» significaba «origen» o «fuente».
Desde una perspectiva etimológica, se comprende que la madera, al ser un recurso natural fundamental, es «la madre» de nuestros productos manufacturados o fabricados.
Este vínculo entre la madera y el concepto de «madre» sugiere su papel primordial como punto de origen de numerosas creaciones humanas, al ser la materia prima esencial en la fabricación de una amplia gama de objetos.
No es exagerado afirmar que la evolución humana ha sido profundamente influenciada por la abundante disponibilidad y la versatilidad de la madera.
Gracias a este recurso, los primeros homínidos, nuestros ancestros, pudieron fabricar herramientas y armas, marcando así un hito crucial en el desarrollo de la humanidad. Posteriormente, al descubrir su capacidad de combustión, el ser humano pudo controlar la producción de fuego, lo que representó un avance significativo en su capacidad para adaptarse y prosperar en diversos entornos.
La madera ha sido, sin lugar a dudas, un factor de cohesión social y un motor de la evolución humana que ha estado presente en todas las sociedades a lo largo de la historia.
La Universidad de Burgos dedica una página especial a la evolución humana y los avances tecnológicos logrados gracias al uso de la madera. Entre los hitos mencionados se encuentran:
A lo largo de los siglos, la humanidad ha construido sus hogares y entornos utilizando madera, desde simples cabañas hasta imponentes castillos y estructuras como murallas y puentes. Además, este recurso ha sido fundamental para la fabricación de embarcaciones y una amplia variedad de utensilios, incluyendo instrumentos musicales, envases, muebles y obras de arte.
En resumen, el papel de la madera en el desarrollo de la especie humana es innegable e influyente en todos los aspectos de la vida cotidiana y el progreso tecnológico.
La madera se produce en las plantas para cumplir un propósito vital: proporcionar una estructura vertical robusta que permita a la planta competir por la luz solar y dominar el espacio frente a otras especies que buscan energía y nutrientes.
En esta dinámica de competencia por el espacio, donde cada especie vegetal despliega estrategias diferentes, los árboles se enfrentan al desafío de fortalecer sus tallos para sostener la copa, la cual funciona como su centro neurálgico, donde se llevan a cabo diversas funciones como la respiración, la reproducción, la circulación de nutrientes y la fotosíntesis, como afirma el documento de Miteco.
El tronco debe no solo alcanzar alturas considerables, sino también poseer una resistencia suficiente para contrarrestar la fuerza del viento y sostener su propio peso.
Este equilibrio entre altura y resistencia es fundamental para su supervivencia y éxito en el ecosistema.
La madera se forma a través de un proceso biológico de multiplicación celular que origina capas de materia tanto hacia el exterior como hacia el interior del árbol, permitiendo su desarrollo.
Las células del cámbium, especializadas en crecimiento, son las encargadas de este proceso. Estas células obtienen los nutrientes necesarios del floema, un tejido vascular que transporta los azúcares y otros compuestos orgánicos producidos por la fotosíntesis en las hojas hacia otras partes de la planta, incluyendo las células del cámbium.
En palabras más simples, las células del cámbium reciben la savia producida gracias a la fotosíntesis y con ella producen nuevas capas de corteza (exterior) y de madera (interior). Este proceso varía de especie a especie, dando lugar a troncos de distintos grosores y características.
La biomasa de la madera, al final, está formada principalmente por componentes tomados del aire y del suelo, transformados por medio de la fotosíntesis y empleados por la planta para crecer en grosor y altura.
Según un blog especializado del Gobierno de Canarias, la composición media de la madera es de un 50% de carbono (C), un 42% de oxígeno (O), un 6% de hidrógeno (H) y el 2% restante de nitrógeno (N) y otros elementos.
Aunque existen distintos tipos de madera que varían en grosor, color, aroma, marcas y vetas, así como en su capacidad de resistencia, es posible mencionar algunas características que todas comparten, en mayor o menor medida. Estas son las siguientes:
La madera no es un tejido uniforme; está compuesta por varias capas que cumplen diversas funciones y contienen distintos tipos de sustancias y características.
En esta sección del artículo, detallaremos la estructura de la madera, cada una de sus partes y las características más comunes que se pueden hallar en una pieza de este material.
Si se corta el tronco de un árbol, lo más seguro es encontrarnos con una serie de anillos que varían en color y en dureza. Si vamos desde la parte más externa hasta el interior, las distintas capas son las siguientes:
La madera está compuesta por diversas sustancias que desempeñan funciones específicas. Las tres sustancias principales encontradas en la madera son la celulosa, la lignina y la hemicelulosa.
Según una sección dedicada a la composición de la madera en el sitio web de la Universidad de Nueva Gales del Sur, los propósitos de estas sustancias son los siguientes:
Otros componentes que también forman parte de la biomasa de la madera son resinas, ceras, grasas y, por supuesto, agua.
La estructura microscópica de la madera se conoce como microfibrilla: cadenas de células cubiertas primero por hemicelulosa y luego por lignina. Las células de la madera están compuestas por muchas capas de microfibrillas.
Los anillos de crecimiento son circunferencias concéntricas que se forman debido al engrosamiento del tronco y son fácilmente distinguibles en un corte transversal de muchos árboles.
En regiones con estaciones bien definidas, como España, los árboles suelen detener su crecimiento durante el invierno, lo que resulta en la formación de nuevos anillos de crecimiento de manera anual, lo que permite determinar la edad del árbol.
Cada anillo presenta dos áreas distinguibles: la madera temprana, que se forma al inicio del periodo de crecimiento y se encuentra en la parte más externa del anillo, y la madera tardía, que se genera al final del periodo y se localiza más cerca del centro.
La anchura de los anillos, así como la proporción de cada tipo de madera y la claridad de los anillos, varían según la especie del árbol y las condiciones ambientales, como el clima. Es importante tener en cuenta que la estructura de estos anillos afecta directamente el rendimiento y la calidad de la madera como material.
La textura de la madera se refiere a la sensación que produce al tacto, la cual puede variar según la finura o el grosor de sus fibras. De hecho, algunas maderas son más suaves al tacto que otras, pero incluso una sola pieza puede presentar distintas texturas en varias partes, dependiendo de la uniformidad de sus fibras.
En términos generales, se pueden distinguir dos tipos de texturas en la madera:
En muchos casos, se llevan a cabo procesos de lijado y acabado para mejorar aún más la textura de la madera, proporcionando una superficie más suave y uniforme.
El grano es la dirección de las fibras, esencialmente. Este es uno de los aspectos anatómicos más significativos de una pieza de madera porque afecta en buena medida su usabilidad y propiedades mecánicas.
Según la Wood Database, existen los siguientes tipos de grano en la madera:
En trabajos de carpintería, se recomienda generalmente trabajar en la misma dirección del grano o la veta de la madera. Esto facilita obtener resultados limpios y hace que el proceso sea mucho más sencillo, con menos resistencia por parte del material. Cortar en contra de la fibra, por otro lado, suele resultar en astillado y otras imperfecciones.
Los nudos son marcas en la madera que surgen del crecimiento de ramas que se integran en el tronco y se hacen visibles cuando esas ramas son eliminadas. Se presentan como marcas oscuras, típicamente circulares, situadas en la madera justo en el punto donde estaba la rama.
La cantidad de nudos varía entre las diferentes especies de árboles, siendo algunas más propensas que otras debido al rápido crecimiento de nuevas ramas. La presencia de nudos es un factor crucial al evaluar el potencial rendimiento de la madera para diversos usos.
Es importante destacar que los nudos no son inherentemente buenos ni malos; muchos los consideran como un detalle estético atractivo. Sin embargo, es fundamental distinguir entre los «nudos vivos» y los «nudos muertos».
Los «nudos vivos» son aquellos que no muestran signos de pudrición ni crean agujeros en la madera, estando perfectamente integrados en esta. Por otro lado, los «nudos muertos» se forman cuando una rama muere y deja un agujero en la madera, generando una protuberancia en el tejido y, quizá, albergando material seco y no adherido al resto de la estructura de madera.
En última instancia, es importante entender que los nudos son una característica natural de la madera maciza. Cuando los nudos están sanos, tienden a ser más claros y pueden añadir un atractivo visual notable a la madera.
Además de las características ya mencionadas, la madera usualmente presenta otras, muchas de ellas consideradas deformaciones o irregularidades, que se deben tomar en cuenta. La mayoría de estas aparecen detalladas en la tesis doctoral Madera, materia de creación artística de Rosa Belén Gallego Leníndez (Universitat de Barcelona).
Algunas de las más importantes son:
La Enciclopedia Británica menciona que existen aproximadamente 4.000 especies de árboles cuya madera puede ser utilizada como material. Este amplio número se clasifica generalmente en dos tipos principales: maderas de coníferas, conocidas como maderas blandas, y maderas de frondosas, conocidas como maderas duras.
Es importante tener en cuenta que esta clasificación busca agrupar plantas que comparten características similares, especialmente en lo que respecta a su madera. Sin embargo, no todas las especies encajan en estas clasificaciones. Por ejemplo, una especie conífera puede producir madera notablemente dura y resistente, a pesar de clasificarse como “madera blanda”.
Por lo tanto, más allá de estas características generales, cada especie de madera debe ser evaluada individualmente para comprender sus particularidades y usos específicos.
La madera de conífera, también conocida como madera blanda o resinosa, proviene de árboles de hoja perenne que se reproducen mediante conos, como los pinos. Estas maderas poseen, según el sitio web Maderea, las siguientes características:
Por lo general, las maderas blandas son más económicas debido a su amplia disponibilidad. Algunos ejemplos destacados son el pino, el abeto y el cedro.
La madera de frondosa, también conocida como madera dura o de angiospermas, es aquella que proviene de árboles cuya hoja es caduca, es decir, que se deshojan y se renuevan cada cierto tiempo; estos árboles, además, se reproducen protegiendo sus semillas con frutos.
Según el sitio web Maderea, las maderas de frondosa se caracteriza de la siguiente forma:
Las maderas de frondosas o duras son generalmente más costosas en el mercado debido a sus ciclos de crecimiento más lentos, lo que reduce su disponibilidad.
Son altamente valoradas por su belleza, ya que presentan patrones más distintivos y visibles en sus cortes, siendo frecuentemente elegidas para la fabricación de muebles de alta calidad. Ejemplos notables de maderas duras incluyen el fresno, el roble y el haya.
La producción de madera abarca una serie de actividades y procesos destinados a explotar las masas forestales y obtener madera y sus subproductos, como serrín y resina, para diversos fines y aplicaciones.
Este proceso es complejo y requiere un esfuerzo significativo y la participación de especialistas. Aunque muchas masas forestales son administradas por propietarios individuales, la explotación forestal suele ser organizada y llevada a cabo por empresas privadas de gran envergadura. Su objetivo es producir madera de forma responsable y sostenible para satisfacer la demanda continua de este recurso.
Aunque pueden existir variaciones en diferentes operaciones, el proceso de producción industrial de la madera generalmente consta de las siguientes fases:
Cada vez más empresas madereras y otros actores del sector promueven la estandarización de procedimientos en un marco de sostenibilidad y respeto a la ley y los derechos sociales.
Para lograr esta homologación, existen marcos regulatorios y procedimientos legales que deben seguirse. Además, hay certificaciones voluntarias que, debido a la creciente conciencia de los profesionales de la madera, son prácticamente una exigencia.
La madera certificada se produce en base a leyes vigentes y mediante metodologías de trabajo con el fin de desarrollar procesos sostenibles, cumplir los derechos de las comunidades forestales y proteger el ecosistema y preservar su riqueza ecológica para las generaciones futuras.
Los dos certificados más importantes son el Programa para el Reconocimiento de Certificación Forestal (PEFC, por sus siglas en inglés) y el Consejo de Administración Forestal (FSC, por sus siglas en inglés).
A pesar de que tienen diferencias, ambos sistemas incluyen una estricta vigilancia de la procedencia de la madera, con una exhaustiva documentación de todo el proceso, así como la aplicación de auditorías que garanticen que la madera que se produce o que se compra se ha generado sin comprometer la biodiversidad y los derechos de las personas asociadas a la explotación forestal (trabajadores, comunidad, población indígena, etc).
Estas certificaciones proporcionan a los consumidores y empresas una garantía de que están adquiriendo productos de madera de fuentes responsables y contribuyen a la conservación de los bosques a nivel mundial.
En última instancia, la promoción de la madera certificada no solo beneficia al medio ambiente, sino que también impulsa una mayor conciencia sobre la importancia de una gestión forestal sostenible y ética.
De acuerdo con el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), los productos derivados de la madera maciza, ya sea sin elaborar o con poco procesamiento, abarcan una variedad de formas y usos. Estos incluyen, pero no se limitan a:
Cuando la madera está expuesta al exterior, esta torna, con el paso del tiempo, hacia un bonito color gris plateado producido por un efecto de fotodegradación y que nada tiene que ver con la pudrición o deterioro de la madera, es simplemente un cambio en su coloración exterior.
La madera y sus derivados también son fundamentales en la fabricación de productos cotidianos, como puertas, ventanas, relojes de pared, artesanías, utensilios de cocina, bancos de jardín, instrumentos musicales, lápices, papel y productos higiénicos.
Sin la madera, muchas actividades diarias no serían posibles.
El territorio español posee una extensa área forestal, abarcando el 56% del país, equivalente a 28.391.780 hectáreas, según datos del Anuario de Estadística Forestal 2021 de Miteco.
De esta superficie, 19.239.973 hectáreas son áreas arboladas, constituyendo el 38% del territorio nacional. En términos de propiedad, el 72% de estas áreas forestales pertenecen a manos privadas, mientras que el restante corresponde a áreas públicas.
En cuanto a la disponibilidad de madera, el anuario señala cifras significativas: 1.175.089.330 m3 con corteza y 913.941.110 m3 sin ella. Esto significa que España cuenta con más de dos millones de metros cúbicos de madera en total.
Entre las distintas especies forestales, los pinos (coníferas) destacan al representar casi la mitad de las existencias de madera. El pino, en particular, emerge como un material versátil con múltiples aplicaciones.
La madera ha sido un material de construcción de uso histórico, empleado en una amplia variedad de proyectos, desde modestas cabañas hasta imponentes castillos, así como en la construcción de puentes y diversas edificaciones.
En la actualidad, su uso en la construcción abarca tanto propósitos estructurales como decorativos.
Uno de los enfoques más destacados en términos estructurales es el sistema de entramado ligero, donde el esqueleto del edificio se compone de perfiles delgados de madera dispuestos cercanamente, reforzados con tableros de madera.
Por otro lado, algunas construcciones optan por utilizar madera para los elementos estructurales del inmueble, empleando piezas de madera de mayor tamaño.
Además de su función estructural, la madera se emplea ampliamente en la envolvente del edificio y en los suelos. Fachadas, tarimas exteriores y suelos interiores pueden revestirse con este material, añadiendo belleza y una sensación acogedora al ambiente.
A pesar de que materiales como el hormigón y el acero son más predominantes en el ámbito inmobiliario, la madera está emergiendo como una alternativa deseable. Incluso recibe el respaldo de autoridades públicas debido a sus múltiples beneficios, destacando especialmente su sostenibilidad.
La arquitectura con madera es una elección que ofrece numerosas ventajas y beneficios, que van desde mejorar la calidad de vida de los ocupantes hasta consideraciones económicas.
Uno de los beneficios más destacados de la construcción con madera es su rapidez. La capacidad de industrializar y prefabricar la mayoría, o incluso todos, los componentes de una estructura de madera permite ensamblarlos con relativa facilidad. Esto se traduce en tiempos de entrega más cortos en comparación con otros materiales de construcción, lo que a su vez reduce los costes.
En términos económicos, la construcción con madera conlleva ahorros significativos. Además de los menores tiempos de entrega, existen incentivos fiscales y subvenciones disponibles. La eficiencia energética de los edificios de madera también contribuye a reducir costos a lo largo del tiempo. La posibilidad de reemplazar piezas de manera sencilla y la capacidad de reutilización añaden un valor adicional en términos de ahorro tanto para los desarrolladores como para los usuarios.
Otro aspecto crucial es la resistencia de la madera cuando se la trata y mantiene adecuadamente. Con los tratamientos ignífugos apropiados, la madera puede ser una opción segura ante incendios, y su capacidad para resistir sismos la hace una elección viable en zonas propensas a este tipo de eventos naturales. Además, si se la cuida adecuadamente, puede durar décadas.
En cuanto al confort, numerosos estudios respaldan la idea de que la construcción con madera mejora el bienestar de las personas. Teorías como la biofilia sugieren que el contacto con la naturaleza, que la madera evoca, genera una sensación de paz y tranquilidad. Además, su excelente capacidad de aislamiento térmico y acústico contribuye a crear ambientes cómodos y agradables.
Finalmente, la construcción con madera destaca por su sostenibilidad. Este aspecto se abordará con mayor detalle en la siguiente sección.
La madera destaca como uno de los materiales de construcción menos contaminantes en diversos aspectos. Produce menos residuos que otros materiales y es altamente reciclable, por ejemplo.
Además, su aplicación tanto en la estructura como en la fachada de los edificios conduce a un notable ahorro energético, especialmente en calefacción, gracias a su capacidad para regular la temperatura interior. Este aprovechamiento se enmarca en lo que se conoce como arquitectura bioclimática, que busca generar confort térmico de manera pasiva.
La madera también es una excelente opción para reducir la huella de carbono de una obra, ya que actúa como sumidero de carbono, absorbiendo y reteniendo CO2 durante su crecimiento. Esto la convierte en una alternativa favorable para la mitigación del cambio climático.
Finalmente, la madera es un recurso renovable que puede gestionarse de manera sostenible mediante certificaciones voluntarias, lo que garantiza la preservación de los bosques y la biodiversidad.
La madera, especialmente para su uso en exteriores, donde estará en contacto frecuente con las inclemencias del clima y distintos tipos de suciedad y desechos, debe ser tratada previamente para ser óptima y solvente ante estas situaciones.
Dos de los tratamientos principales son el termotratado y el autoclave, los cuales se explican a continuación:
Ambos tratamientos son efectivos para mejorar la durabilidad y resistencia de la madera en ambientes exteriores, y la elección entre uno u otro dependerá de factores como el tipo de madera, el uso previsto y las condiciones ambientales.
Cuando la madera está expuesta al exterior, esta torna, con el paso del tiempo, hacia un bonito color gris plateado producido por un efecto de fotodegradación y que nada tiene que ver con la pudrición o deterioro de la madera, es simplemente un cambio en su coloración exterior.
Si bien cada fabricante proporciona indicaciones específicas para el mantenimiento de la madera que comercializa, algunos consejos generales incluyen:
Siguiendo estos simples consejos y prestando atención al cuidado regular de la madera, puedes garantizar su durabilidad y belleza a lo largo del tiempo, incluso en condiciones desafiantes.
En Savia, somos profesionales madereros especializados en madera certificada y termotratada para su uso en exteriores, especialmente en fachadas y suelos.
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