En el ámbito del diseño, la arquitectura y la construcción, suelen surgir conceptos que, a los ojos de personas poco informadas, podrían parecer anecdóticos o triviales. No obstante, la arquitectura bioclimática dista mucho de ser eso, ya que no se trata simplemente de una estrategia de marketing para vender libros.
Al contrario, representa una perspectiva sólida y suficientemente respaldada por estudios y resultados. Se trata de un enfoque que va más allá de la mera estética y propone un cambio de perspectiva en niveles estructurales para los proyectistas que aspiren a trabajar en obras destinadas a proteger el medio ambiente y a brindar confort a las personas. En este artículo, profundizaremos en la definición, principios, ventajas y estrategias de la arquitectura bioclimática.
La arquitectura bioclimática es aquella que busca regular las condiciones térmicas de un edificio a través de la selección de materiales, el diseño y los detalles constructivos para que, de forma orgánica y pasiva, el inmueble aproveche el clima local y propicie el bienestar de los habitantes del espacio.
La definición dada, sin embargo, no logra abarcar la complejidad de la arquitectura bioclimática en sus propósitos y objetivos.
Adicional a lo anteriormente expresado, este modelo representa “el empleo y el uso de materiales y sustancias con criterios de sostenibilidad, es decir, sin poner en riesgo su uso por generaciones futuras. Representa el concepto de gestión energética óptima de los edificios de alta tecnología, mediante la captación, acumulación y distribución de energías renovables pasiva o activamente, y la integración paisajística y empleo de materiales autóctonos y sanos, de los criterios ecológicos y de ecoconstrucción».
Estas palabras fueron escritas por Javier Neila González (Editorial Munilla-Lería, 2004), Doctor Arquitecto y Director del Máster en Medio Ambiente y Arquitectura Bioclimática de la Universidad Politécnica de Madrid.
En su obra Arquitectura bioclimática en un contexto sostenible (2004), Neila González resaltó la importancia de que un arquitecto bioclimático muestre interés tanto por el medio ambiente como por la salud y la comodidad de las personas. En este sentido, enfatizó la necesidad de supervisar el consumo energético del edificio, así como la energía empleada durante su desarrollo y la fabricación de los materiales utilizados.
Los mayores aportes de la arquitectura bioclimática, añadió el arquitecto, “no cuestan nada”, pues son el resultado del sentido común y de construir con lógica y con comprensión del entorno.
De la literatura disponible se derivan varios principios que guían la construcción con esta tendencia, todos ellos enmarcados en la idea de que la arquitectura es una empresa social destinada a buscar el bienestar tanto individual como colectivo.
Entre los principios más destacados, se encuentran los siguientes:
Y si estos principios resultan atractivos y deseables en cualquier desarrollo constructivo, eso se debe a que la buena arquitectura “ha sido siempre bioclimática”, como señala Beatriz Garzón en su publicación Arquitectura bioclimática (2004, Nobuko).
«Se puede afirmar que la arquitectura de calidad es la respetuosa con el medio ambiente, confortable, bioclimática, con baja emisión de CO2, con formas y sistemas tecnológicos que favorezcan el confort, con uso de materiales de producción con baja energía, reciclables, etc.», resume Garzón.
En teoría, una vivienda bioclimática es lo que cualquier persona desearía pues, al elegirla como opción, se contribuye positivamente al cuidado del planeta.
Sin menospreciar los motivos más altruistas, existen otras razones de peso para seleccionar este tipo de hábitat, y estos motivos se pueden respaldar con números.
Para demostrar esto, subrayamos las cifras que revelan la eficiencia energética de las denominadas viviendas pasivas certificadas. Estas son ideales como ejemplo pues cumplen los principios de la arquitectura bioclimática dentro de un estándar sujeto a verificación. En otras palabras, toda vivienda pasiva certificada es necesariamente bioclimática.
Dicho lo anterior, es importante destacar la siguiente cifra: una vivienda pasiva certificada reduciría hasta 75% su demanda de calefacción y 22% la de refrigeración, según un estudio desarrollado en bloques de viviendas de Madrid por la entidad EnergieHaus.
Si, de acuerdo con la OCU, los hogares españoles gastan de media 640€ anuales en calefacción, una disminución de más del 70% de la demanda representa cerca de 400€ de ahorro al año.
Más allá de los estudios e investigaciones, hay testimonios que confirman el beneficio económico que genera esta estrategia constructiva. Reseña El País, sobre viviendas certificadas en Valladolid, que estas permiten a sus propietarios una reducción significativa de sus facturas. “Me estoy ahorrando entre 2 500 y 3 000 euros al año en electricidad respecto a un unifamiliar normal”, apuntó un entrevistado.
El dato: En España, hay 238 000 m2 de construcción certificados como Passivhaus repartidos entre 237 proyectos. Esto previene el consumo de 8,37 millones de KWh, lo que a su vez evita la emisión de 1 592 toneladas de CO2, según la Plataforma de Edificación Passivhaus, organización sin fines de lucro (vía Interempresas).
Las fórmulas para aplicar los principios bioclimáticos son muchas y varían porque dependen de múltiples factores.
Se deben tomar en cuenta condiciones como la forma en la que inciden los rayos del sol y la duración tanto del día como de la noche, la altura con respecto al mar, el tipo y la cantidad de vegetación circundante (si es que hay), el clima y los fenómenos meteorológicos, la contaminación (presencia de smog), entre otros.
Estas variables llevan a que existan muchas casuísticas, pero es posible hacer una síntesis de estrategias bioclimáticas en dos grupos: aquellas que conservan el calor y aquellas que refrescan un espacio, las cuales sirven, respectivamente, para entornos fríos y cálidos.
En el caso de los climas fríos o aquellos territorios con inviernos de muy bajas temperaturas, lo que debe buscar el arquitecto es captar el calor disponible, acumularlo y distribuirlo. Se detalla esto a continuación:
Captación: la fórmula más efectiva y económica es a través del propio diseño del edificio, gracias a una disposición consciente de superficies acristaladas para recibir y utilizar la radiación solar.
Acumulación: el empleo de materiales con buen aislamiento térmico, como la madera maciza, en paredes y suelos interiores, ayuda a minimizar las pérdidas de calor al conservarlo dentro de la habitación.
Distribución: el gran reto es llevar el aire caliente desde el punto de radiación a las otras estancias. Una alternativa obvia es emplear un sistema mecánico (un conducto con ventilador), pero también es posible solucionar a través del diseño: planificar la ubicación de ventanas, puertas y pasillos de manera que fomente el movimiento natural del aire caliente.
Por otro lado, en climas tropicales o cálidos, un arquitecto debe abordar el problema del sobrecalentamiento, entendido este como una acumulación tal de calor que alcanza niveles desagradables e incluso peligrosos.
Para entenderlo basta con recordar un vehículo aparcado bajo un sol del mediodía en pleno verano o una oficina sin ventanas ni aire acondicionado. Para muchas personas, los ambientes así son insoportables.
En estos casos, para optimizar el confort térmico y minimizar la necesidad de refrigeración artificial, es importante considerar los siguientes elementos de diseño:
En cualquier caso, el mayor dilema siempre será la disposición y la orientación del inmueble y sus ventanas, especialmente en países como España, que tiene regiones con inviernos duros y veranos asfixiantes.
En lugares así debe obrar la creatividad del arquitecto y buscar un punto medio óptimo para la disposición de las entradas de luz solar, de tal forma que se aprovechen en invierno y que no resulten contraproducentes en verano.
La madera, como material noble, abarca prácticamente todos los elementos necesarios para una estrategia bioclimática eficiente.
En primer lugar, la madera se distingue como un excelente aislante térmico. En comparación con una pared de ladrillo del mismo grosor, según un informe del gobierno navarro, la capacidad de aislamiento térmico de la madera es cuatro veces mayor.
La versatilidad es otro punto a enfatizar; puede utilizarse también en paredes interiores, suelos y tarimas. Asimismo, algunos tipos de madera pueden emplearse con fines estructurales.
En comparación con otros recursos de construcción, la madera es la opción menos contaminante en todas las etapas: extracción, procesamiento, vida útil y desecho/reciclaje.
Asimismo, si el proyectista selecciona madera certificada, se asegura también de que sus proveedores desarrollen una gestión responsable de la masa forestal, fortaleciendo así el compromiso con la construcción sostenible.
Finalmente, la madera, además de ser reciclable, actúa como un sumidero de carbono. Al concluir su vida útil, deja una huella de carbono negativa.
En Savia, como proveedores de madera certificada para fachadas, suelos y más, nos comprometemos a respaldar a los arquitectos en su objetivo de concebir proyectos con niveles destacados de eficiencia energética, creando entornos más agradables y humanos para los ocupantes.
Estamos firmemente convencidos de que la madera desempeña un papel crucial para alcanzar estas metas. Por esta razón, nos entusiasma proporcionar orientación a nuestros clientes en la elección de la especie de madera más adecuada, su formato, instalación, mantenimiento y cualquier otro detalle necesario.
Si deseas ponerte en contacto con nosotros, puedes hacerlo a través de nuestro correo electrónico holasavia@savia.gal o utilizando nuestro formulario. Estaremos encantados de atender tus consultas.
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