Un acuerdo entre los países miembros de la Unión Europea estableció que todos los edificios nuevos a partir de 2030 deberán ser neutrales en emisiones de carbono. Esta medida implica una transformación urgente en el sector de la construcción, resaltando la necesidad imperiosa de priorizar el uso de materiales sostenibles.
¿Pero qué define a un material como sostenible y por qué se le otorga esta categoría? En un contexto donde la sostenibilidad puede correr el riesgo de convertirse en un mero reclamo comercial, es fundamental destacar que esta es una cualidad objetiva, que puede ser medida y comprobada. La realidad es que existen materias primas que generan más contaminación que otras, y viceversa.
Por lo tanto, este artículo se propone definir con claridad qué se entiende por material sostenible, identificar sus características distintivas, y enumerar algunos de los materiales menos contaminantes en el ámbito de la construcción.
Los materiales sostenibles son aquellos que minimizan su impacto ambiental a lo largo de su ciclo de vida. Esto implica un uso eficiente de la energía, una reducción significativa de la contaminación y la preservación de los recursos naturales durante su extracción, procesamiento y aplicación.
Claramente, los materiales sostenibles son una parte esencial de la llamada arquitectura verde y representan la base de cualquier obra que pretenda recibir certificados de calidad medioambiental.
La progresiva incorporación de materiales sostenibles en proyectos inmobiliarios cobra mayor importancia ante la realidad de que el parque de edificios en Europa es responsable del 40% de la energía consumida y del 36% de emisiones de gases de efecto invernadero.
La promoción de estos materiales sostenibles es una responsabilidad compartida. Si bien los profesionales del diseño y la arquitectura juegan un papel clave, los individuos y las comunidades tienen la oportunidad de influir al solicitar y favorecer el uso de estos en distintas ocasiones como, por ejemplo, la rehabilitación de una fachada.
Según la Guía de Construcción Sostenible promovida por el Ministerio de Medio Ambiente de España (actual MITECO), los recursos de la construcción, para ser sostenibles, deben poseer las siguientes características:
• Renovables: deben ser naturales, abundantes y, sobre todo, renovables, con el objetivo de prevenir su agotamiento.
• Energéticamente eficientes: durante su producción y uso, deben requerir relativamente poca energía eléctrica. Se han realizado mediciones que demuestran, por ejemplo, que la madera tiene un mejor desempeño energético en comparación con otras opciones.
• Neutros en carbono: los materiales seleccionados deben minimizar las emisiones de CO2 que generan, buscando incluso alcanzar una huella de carbono neutra o negativa. Esto significa que la producción o el uso del material debe retirar o atrapar una cantidad de CO2 similar o mayor que la que emite al ambiente.
• Reciclables: al llegar al final de su vida útil, los materiales tienen que permitir su reutilización o, en su defecto, su descomposición con la menor generación de contaminación y residuos posible.
• Duraderos: poseen una vida útil prolongada y resistencia al desgaste, lo que reduce la necesidad del reemplazo frecuente y minimiza el consumo de recursos
• Trazables: las materias primas han de provenir de entornos gestionados de manera responsable y ecológica. Además, se debe garantizar que el origen sea trazable e identificable.
El cumplimiento de estas características debe ser integral en cualquier fase: extracción, transformación, transporte, puesta en obra y, finalmente, destrucción. Idealmente, un material sostenible debe serlo siempre, desde su primer momento hasta su disposición final.
Tomando en consideración los criterios y características antes señalados, a continuación se explican cuáles son los tres materiales que ocupan el podio con el impacto ambiental más reducido. Estos son la madera certificada, la piedra, y el acero reciclado.
La madera merece ser reconocida como el material más ecológico por una variedad de razones, pero resalta principalmente por ser un sumidero de carbono.
¿Qué significa esto? Básicamente, que durante su desarrollo se absorbe y almacena cierta cantidad de CO2 que se encuentra en el ambiente.
En cualquier actividad productiva, especialmente la construcción, se emiten gases de efecto invernadero. Sin embargo, los árboles juegan un papel crucial al actuar como sumideros de carbono metabolizando el CO2 del ambiente incorporándolo a su estructura en forma de madera.
Cuando una construcción consigue atrapar más CO2 del que emite, se considera que tiene una huella de carbono negativa. Este logro es posible gracias al uso extensivo de la madera en las edificaciones, lo que convierte a estas en aliadas en la lucha contra el cambio climático.
Además de lo anterior, la madera es un material que cumple con otros criterios:
La madera es un recurso sumamente versátil que puede emplearse en diversos aspectos, incluso en la estructura de los edificios, como se observa en los sistemas de entramado ligero.
Sin embargo, es importante tomar en cuenta que se debe verificar que la madera provenga de una gestión forestal responsable y certificada, como lo ofrece el PEFC. Esto garantiza una explotación ética y sostenible de los bosques.
Por otro lado, la madera en su estado natural es susceptible al ataque de agentes biológicos como insectos xilófagos y hongos. Aunque algunas medidas de protección pueden no ser idóneas para el medioambiente, existe la opción del termotratado, que mejora las propiedades de la madera y la protege sin la necesidad de utilizar sustancias químicas.
La piedra destaca por su bajo impacto ecológico en términos de emisión de gases de efecto invernadero y consumo de energía. Sin embargo, uno de los grandes problemas es su extracción que tiene una significativa repercusión ambiental.
La obtención de esta materia prima suele implicar una gran transformación del terreno y del paisaje, además del transporte de cargas pesadas. Para mitigar esto, es crítico trabajar con proveedores locales.
La mayor fortaleza de la piedra radica en su notable durabilidad, como lo evidencian construcciones antiguas.
Otro aspecto clave a considerar es su posibilidad de reutilización. Ya sea reubicando piezas en nuevas construcciones o utilizando la piedra triturada como grava, que a su vez puede ser empleada en la producción de hormigón.
Finalmente, la piedra sobresale por su bajo mantenimiento. Una estructura pétrea requiere principalmente limpieza periódica y, en ocasiones, reparaciones menores si se observan signos de deterioro. Nada más.
En torno a este metal, un titular del diario El Confidencial sintetiza su aspecto más positivo: «El acero, un material con mil vidas y el más reciclado de Europa».
El reciclaje de acero en el Viejo Continente supera el 82% del total, por encima de otros como el vidrio, aluminio, cartón y plástico. El sector de la construcción es el principal beneficiario de esta práctica de reutilización.
Algunos datos notables sobre el acero son estos (vía la organización EuRIC):
A pesar de que la producción y transformación del acero contamina la atmósfera debido al funcionamiento de los hornos, este metal sobresale por su capacidad de reutilización, lo que representa una ventaja enorme desde el punto de vista medioambiental.
En España, la normativa establece que las construcciones deben cumplir con criterios de sostenibilidad, especialmente en lo que respecta a la salud, la higiene y la protección del medio ambiente, según lo estipulado en el Código Técnico de la Edificación (CTE), específicamente en su apartado de Salubridad.
De acuerdo con el CTE, ningún material utilizado en las construcciones puede comprometer la calidad del aire hasta el punto de ocasionar molestias o enfermedades, y está estrictamente prohibida la emisión de gases tóxicos. Asimismo, se prohíbe la contaminación del agua y del suelo, así como la generación de humos y residuos sólidos o líquidos que puedan tener un impacto negativo en el entorno.
El objetivo primordial del CTE es garantizar que, bajo condiciones normales de uso, los ocupantes de los edificios estén protegidos de riesgos para su salud y que los edificios mismos no causen deterioro ni impacto ambiental negativo en su entorno inmediato, considerando tanto su diseño, construcción, uso y mantenimiento.
A esto hay que añadir, obviamente, el compromiso de España y del resto de países de la Unión para que todos los edificios construidos a partir de 2030 sean neutros en carbono. A falta de ver cómo se concretará eso en avances regulatorios, es previsible que los legisladores estimulen la utilización de los materiales sostenibles, incluso con beneficios fiscales.
Cualquier proyecto inmobiliario, bien sea nueva obra o rehabilitación, ha de incluir criterios de sostenibilidad no solo porque lo demanda la normativa, sino porque es lo que exigen los clientes: ahorro eléctrico, durabilidad y mantenimiento sencillo.
En Savia, como proveedores de madera maciza obtenida exclusivamente de bosques con certificado PEFC, nos dedicamos a producir y proveer piezas de madera para exterior aplicable en todo tipo de diseños: residencial, comercial, organismo público, entidad educativa, etc.
Entendemos, además, que la madera es un material emergente que aún puede suscitar dudas sobre su correcta aplicación y mantenimiento y, por ello, tenemos disponibilidad de asesorar a los proyectistas y arquitectos para un empleo exitoso de los perfiles de madera.
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